El jengibre es una planta firmemente arraigada desde hace siglos en la medicina tradicional, y cómo no, en la cocina del Extremo Oriente.
Su calificación es la de raíz, pero si hablamos en un sentido más estricto, el jengibre es un brote subterráneo, tipo tubérculo con sinuosas ramificaciones que constituye un rizoma. Pertenece a la familia de las zingiberáceas, y es oriundo del sureste asiático tropical.
Muy aprovechado en la cocina, el jengibre posee un inconfundible sabor picante. Por ello, el rizoma molido es un componente de algunas especias, entre ellas el curry.
Pero el jengibre no es sólo para la cocina, también contiene toda una serie de sustancias indicadas para nuestro bienestar. Así, podemos destacar su gran variedad en vitaminas y minerales, así como diversos aceites esenciales. Muy recomendado para estimular la digestión, combatir flatulencias, tos, náuseas, inflamaciones de garganta, migrañas y otras dolencias.
Pero si hay algo que lo caracteriza es su gran uso por las personas que se muestran más sensibles durante los viajes o poco antes de emprenderlos. Mareos, nervios, malestar durante el viaje... es en estas situaciones cuando el jengibre puede ayudar a prevenir o mitigar el malestar general.
y es que además evita vómitos por la ingesta de medicamentos, sin esperar ningún efecto secundario.
Importante destacar su uso para estimular la producción de jugos gástricos, activando las funciones del estómago y contrarrestando las digestiones lentas. Las sustancias picantes del rizoma activan la producción de saliva y jugos gástricos.
Actualmente es cada vez más usado en nuestra cocina, empleado como condimento picante y dulce, para preparar recetas del sureste asiático.
Las embarazadas deben abstenerse de tomarlo.
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