martes, 30 de junio de 2015

AGUA, BEBIDAS E HIDRATACIÓN

                                                AGUA, BEBIDAS E HIDRATACIÓN

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El agua corporal total representa alrededor del 60% del total de nuestro peso corporal. Por ello, es el principal componente de nuestro organismo, influyendo en diversas funciones y reacciones orgánicas, además de contribuir a mantener el equilibrio vital.
Nuestro volumen hídrico puede variar en determinadas situaciones, como estados febriles, quemaduras en la piel, práctica de ejercicio, diarrea, exposición al calor... De ahí nos lleva a entender que cada persona tendrá unas necesidades de agua distintas, en función de la actividad que realice, sus condiciones ambientales, tipo de alimentación, consumo de alcohol, etc. Además, la edad también influye, la función renal, la digestiva y el consumo de fármacos.

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En un organismo sano, la sensación de hambre, así como la de sed, son señales que nos están indicando el momento idóneo para comer y beber; y es que beber sin sed puede ser un gesto antinatural (alteraciones del estómago, sensación de fatiga crónica, alteraciones hidroelectrolíticas...)
Pero ¿Cuál es la cantidad idónea de agua que debemos tomar?
Debe existir un equilibrio entre la cantidad de agua que entra en nuestro organismo y la que eliminamos en un estado óptimo de salud.
Durante el embarazo: debemos tomar de 2-2,5 litro al día en el primer trimestre; durante el segundo y tercer trimestre, 3 litros al día, y en el período de lactancia, 3 litros al día.
Los ancianos: este colectivo presenta con frecuencia una deficiencia en los niveles del agua. Y hemos de resaltar que las personas mayores necesitan un aporte extra de agua en relación con los adultos (siempre podemos recurrir a las bebidas isotónicas).
Durante el ejercicio físico: debemos evitar la deshidratación , hidratándonos de forma correcta, y es que una deficiencia de un 1% de agua va a disminuir nuestro rendimiento físico un 10%.
Pero, si no somos capaces de beber al menos los 2,5 litros diarios, podemos recurrir a otras fuentes que nos van a aportar agua, como es el caso de las frutas, verduras (90%), legumbres cocidas (71%), zumos y refrescos (estos últimos con moderación por su contenido en azúcares).
Finalmente prevenir sobre la ingesta de agua fría. Y es que si lo hacemos de forma repentina, vamos a provocar malas digestiones, dolores cólicos, gastroenteritis agudas, etc..

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