
La patata es un tubérculo cuyo origen hay que situarlo en las regiones andinas de Perú y Bolivia. Su excelente sabor (cocidas, asadas o fritas), así como su riqueza en macronutrientes (carbohidratos de fácil digestión, proteínas de alto valor biológico), vitaminas (A, C, B1, B6, B12), minerales ( calcio, fósforo, potasio, magnesio, hierro, zinc), oligoelementos ( cobre, manganeso), así como un reducido aporte en agua y grasas la convierte en un alimento mundial de primer orden.
La patata pertenece a la familia de las solanáceas, al igual que el tomate, el pimiento o la berenjena. Las solanáceas contienen una sustancia llamada solanina, que actúa de forma parecida a la atropina de la belladona, es decir: inhibiendo la secreción de ácido gástrico y pepsina por parte del estómago, y disminuyendo el tono muscular (efecto antiespasmódico) y la motilidad de estómago e intestinos, y es que la naturaleza alcalina de la patata ayuda a neutralizar el exceso de ácido. Esto permite combatir los espasmos dolorosos, enlentecer el vaciado del contenido gástrico y favorecer la recuperación de la zona irritada por el paso de jugo gástrico del estómago al esófago.
La patata ha sido utilizada tradicionalmente como remedio popular contra el ardor de estómago y los espasmos gastrointestinales. Dicho tratamiento ha de ser exclusivo de adultos, y su duración oscila entre una semana y diez días, siendo la dosificación de dos vasos al día, uno por la mañana en ayunas y otro por la noche antes de acostarse.
Pero, además, el jugo de patata puede ser beneficioso en casos de artritis, úlceras gástricas, enfermedades renales, diabetes y desnutrición.

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