El karité es un árbol que crece en numerosos países del oeste de África, y puede alcanzar alrededor de 15 metros de altura. Sus frutos son del tamaño de una almendra, y una vez maduros se cuecen, se prensan en frío y se trituran, consiguiendo así una pasta marrón muy líquida, que se bate hasta obtener una crema con una textura similar a la de la mantequilla.

Desde tiempos inmemorables, los africanos han cocinado la pulta de éste fruto valiéndose de recetas tradicionales, utilizándola como condimento en salsas y frituras del mismo modo que nosotros utilizamos la mantequilla o margarina.
En Europa, el fruto del karité es utilizado para elaborar muchos preparados cosméticos, ya que es muy rica en vitaminas y sustancias nutritivas, con propiedades regeneradoras, protege del sol, frío, viento, atenúa las arrugas, cicatrizante, ideal para las embarazadas.

Propiedades de la manteca de karité:
- Previene la aparición de estrías durante el embarazo y lactancia, además de evitar la aparición de grietas en los pezones. También ideal para las rojeces del bebé.
- Podemos considerar la manteca de karité como un excepcional protector solar, que además nos ayudará a mantener más tiempo el bronceado.
- Ideal para hidratar la piel, gracias a su altísimo contenido en insaponificables, lo que la convierte en el complemento perfecto para mantener el tono y la elasticidad en nuestra piel.
- La manteca de karité también actúa como agente protector e hidratante de los cabellos estropeados. Y es que además de restaurar el cabello, lo protege.
- Excelente para pieles delicadas, gracias a su alto poder hidratante.
- Los deportistas también pueden beneficiarse de la manteca de karité, ya que ayuda a una rápida recuperación del músculo, siendo recomendado su uso antes y después del ejercicio.

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