Se trata de un mineral imprescindible en la regeneración de los tejidos, heridas, quemaduras, intervenciones quirúrgicas, lesiones deportivas, e inclusive en los injertos humanos.
La deficiencia de este mineral disminuye la capacidad de aprendizaje, siendo además fundamental para el desarrollo normal de los órganos sexuales, huesos y sistema nervioso.
Importante su contribución a la adecuada absorción de las vitaminas A, todas las del complejo B, así como proteínas, hidratos de carbono, fósforo y otros oligoelementos.
La carencia de zinc puede producir lesiones cutáneas, caída del cabello, problemas en uñas y piel, disminución de la capacidad de cicatrización, y problemas de visión.
Se ha comprobado que la deficiencia de zinc influye en diversos problemas bucales, como inflamación de las encías, así como la disminución en la resistencia de las encías frente a la placa bacteriana.
Imprescindible para evitar el envejecimiento físico y mental.
Interviene en la síntesis de la hemoglobina.
Para tener unos niveles óptimos de zinc debemos incluir en nuestra dieta algunos alimentos como: Germen de trigo, cacahuetes, cacao en polvo, garbanzos, harina de sésamo, espinacas, semillas de calabaza...
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